viernes, 29 de abril de 2016

LOS OTROS DOS ACCIDENTES DE AVIACIÓN OCURRIDOS EN EL MONTSENY (AÑOS 1933 Y 1959)

 Can Gat, es el caserío que tiene una torre que termina en punta, al centro de la imagen.

Estaba convencido de que,  con  la aportación de mis dos  anteriores posts, en este mismo blog,  referidos a la avioneta estrellada y abandonada hace dieciséis años,  y de la catástrofe aérea de julio de 1970 en que fallecieron 113 personas, daba por finalizados los episodios referidos a los accidentes aéreos ocurridos en el Montseny, pero resulta que , echando mano de hemerotecas para  conocer con detalle aquellas noticias, constato la existencia de otros dos accidentes aéreos ocurridos en el marco de esta emblemática montaña. Los refiero seguidamente.

9 DE MAYO DE 1933. CAN GAT.

Un moderno avión  del tipo Latécoère 28 de la legendaria Aéropostale ( la Compañía de Saint- Exúpery y Mernoz), en vuelo de correo Casablanca - Toulouse,  propulsado por un motor Hispano Suiza de 550 caballos y ostentando el número 204,  que había repostado en el aeropuesto del Prat de Llobregat, (Barcelona), caía el 9 de mayo de 1933 en el bosque de robles de Can Gat, cerca de La Sala, falleciendo  sus seis ocupantes, tres tripulantes y tres pasajeros.

Desde unos campos cercanos al lugar del accidente, unos campesiones que trabajaban las tierras dieron rápido aviso a Viladrau, pidiendo con urgencia un médico mientras ellos, con cubos de agua,se proponían extinguir las llamas que envolvía el aparato en el momento de estrellarse contra el suelo. Sin embargo resultó inútil,  porque las víctimas de la catástrofe aparecían horriblemente carbonizadas cuando llegaron al lugar.

Al conocerse la noticia en Viladrau, salieron hacia el lugar del accidente el alcalde, varios concejales y un médico. También el Juez municipal para instruir diligencias y la Guardia Civil de Arbùcies.

Los pasajeros fallecidos eran dos hombres y una mujer, de nacionalidad francesa y procedían de Casablanca y de Rabat. El avión había llegado al aeropuerto del Prat, en Barcelona, con cinco pasajeros, pero dos de ellos tomaron tierra para subir en el avión de Marsella.

Desde la salida del Prat, el avión estuvo constantemente en comunicación por radio con la Compañía, hasta indicar que estaba sobrevolando el Montseny. A partir de aquel instante cesó la comunicación, por lo que, en los primeros momentos fue atribuído a una avería en el aparato de radio.

Uno de los técnicos desplazados al lugar del accidente atribuía, como la única causa que pudiera considerarse normal, que una de las bielas, desviándose, chocara contra el motor y se produjese el incendio, puesto que había salido de Barcelona a las 14:03 horas sin que nada se notase de anormal en el funcionamiento de sus motores. (1)

(1)" La Vanguardia". Jueves, 11 de marzo de 1933. Pág. 8.



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 Portada de "La Vanguardia", correspondiente a la edición del viernes, 21 de agosto de 1959.
El "Turó de l'Home", es la montaña más alta del Macizo del Monteny ( 1713 metros).

19 DE AGOSTO DE 1959. EL TURÓ DE L'HOME.

El 19 de agosto de 1959, un avión de la compañía británica Transair Limited, el tipo "Dakota", con nombre clave "Zebra Dog" y del modelo "Dakmaster", procedente del aeropuerto del Prat, en Barcelona, se estrellaba contra el Turó de l'Home, a 1713 metros de altitud, en el macizo del Montseny.

La causa del accidente, según la prensa de la época, fue la espesa niebla que cubría el macizo del Montseny en aquel momento,  y una posible desorientación del piloto.

Fallecieron las  32 personas que iban a bordo, pudiéndose rescatar 25 cadáveres, cuyos cuerpos quedaron diseminados en una área de unos 200 metros cuadrados, lanzados muchos de ellos a considerable distancia de los restos del avión  a causa de las fuertes explosiones de sus depósitos de carburante,  mientras que los restos de los siete pasajeros restantes quedaron reducidos a cenizas,  durante el incendio originado con la caída del aparato.

Entre los pasajeros del avión, en su mayoría estudiantes, 20 eran de nacionalidad británica, 2 iraníes, una irlandesa, un malayo, una alemana, una india, un catalán, Jesús Reguant i Massana,de Suria (Barcelona), jesuíta, que acababa de ser ordenado sacerdote, y dos españoles, abogados con residencia en Madrid.

La prensa española e inglesa se hicieron  amplio eco de aquel suceso.

Los restos de los fallecidos, fueron trasladados al Hospital Clínic de Barcelona, poniendo de manifiesto la prensa inglesa,  la ayuda prestada por los vecinos de aquellos contornos en el traslado de las víctimas,  desde el lugar del accidente hasta las ambulancias que aguardaban a pie de carretera. 

En el lugar del siniestro se encuentra una cruz y una placa con el número del avión y la cifra de las víctimas del accidente. 

FUENTES DE CONSULTA:

"La Vanguardia", Viernes, 21 de agosto de 1959. Portada.
"La Vanguardia", Sábado, 22 de agosto de 1959. Pág. 15
"La Vanguardia", Domingo, 23 de agosto de 1959. Pág, 17    

jueves, 28 de abril de 2016

EL MONTSENY SE COBRÓ LA VIDA DE 113 PERSONAS EN EL ACCIDENTE AÉREO MÁS IMPORTANTE OCURRIDO EN CATALUNYA ( 3 DE JULIO DE 1970)

 Les Agudes, una elevación montañosa de 1705 metros, que forma parte del macizo del Montseny.



 Restos de la aeronave  Havilland DH-106 Comet 4 esparcidos en un amplio radio del lugar del accidente.
Un espectáculo dantesco se ofrecía a los ojos de quienes acudieron al lugar del siniestro, con restos humanos colgados de los árboles o esparcidos por el suelo, como en esta imagen.


El día 3 de julio de 1970, un avión de la Compañía Dan Air, procedente del aeropuerto de Manchester (Inglaterra), con destino al aeropuerto del Prat, en Barcelona, se estrelló en Les Agudes, una elevación montañosa de 1705 metros de altitud que forma parte del macizo del Montseny, entre los municipios de Arbùcies, en la comarca de la Selva y de Fogars de Montclús y de Montseny, en la comarca del Vallès Oriental.

En el accidente murieron 113 personas ( 106 pasajeros y 7 tripulantes), de los cuales 112 fueron identificados. Se trata del accidente aéreo más importante ocurrido en Cataluña hasta el momento.

La aeronave, un Havilland DH-106 Comet 4 (registro G-APDN), comprado a la empresa BOAC en 1969, llevaba 25.786 horas de vuelo en el momento de ocurrir el accidente. Había partido del aeropuerto inglés de Manchester a las 16:08 horas del día 3 de julio de 1970, y a consecuencia de unos atrasos en la zona de París, el aparato tuvo que desviarse de la ruta prevista. No obstante, a las 17:53 horas el piloto había contactado con el Centro de Control Regional, de Barcelona, y a las 17:59 horas el aparato se aproximaba a la capital catalana e iniciaba las maniobras de descenso. 

Mientras efectuaba un giro hacia la izquierda para situarse a los 140 grados, la tripulación informó erróneamente que estaba sobrepasando la baliza no direccional de Sabadell. El controlador no se apercibió del error a causa de otro navión que sobrevolaba la zona -- algunas fuentes citan que confundió Sabadell con Berga -- y autorizó al piloto a continuar el descenso hasta 2.800 pies ( unos 850 metros), y aproximadamente, a las 18:05 horas, cuando el aparato volaba a unos 3800 pies de altitud ( unos 1150 metros) fue cuando impactó contra la arbolado de la falda norte-este de la cima de Les Agudes, en el macizo del Montseny, que aquella tarde estaba muy nublado.

Las víctimas del accidente, todas ellas de nacionalidad inglesa, venían de vacaciones a la Costa Brava catalana. Las personas que acudieron en los primeros momentos al lugar del accidente, jamás han podido borrar de sus mentes el dantesco espectáculo que se ofrecía ante sus ojos, con los restos del aparato diseminados en un amplio radio de la zona y cuerpos descuartizados de las víctimas  colgados de los árboles y mezclados entre los resíduos metálicos del avión.

En un principio sus cuerpos tenían que ser repatriados al Reino Unido, pero ante la imposibilidad de disponer de tal cantidad de cajas de cinc para contener los restos de los fallecidos, fueron enterrados en el cementerio de Arbùcies, en un espacio junto a una lápida donde figuran la indentidad de las 112 personas identificadas, no así la  restante, atendido que, entre los restos, se contabilizaron 113 cráneos.

La ceremonia religiosa se celebró con los ritos católicos y anglicanos, y fue oficiada por el Reverendo Boix Taberner y el pastor anglicano Herold Wilson, en presencia de las banderas inglesa y española, con asistencia de algunos familiares de los fallecidos y autoridades locales y habitantes de la zona. La Reina Elisabet II envió un mensaje de condolencia a las familias de las víctimas.

FUENTES DE INFORMACIÓN.

* De los periódicos y revistas.

miércoles, 27 de abril de 2016

DIECISÉIS AÑOS DESPUÉS, LA AVIONETA ESTRELLADA Y ABANDONADA EN EL MONTSENY, ATRAE TODAVÍA VISITANTES.



La impresionante mole del macizo del Montseny y los restos de la avioneta  abandonada entre la arboleda, dieciséis años después del accidente.


El Parc Natural del Montseny, situado en la Serralada Prelitoral Catalana, tiene una superficie de 31.063'90 hectáreas, distribuídas en los dieciocho municipios localizados en las comarcas del Vallès Oriental, Osona y la Selva.

Dos accidentes aéreos han tenido este lugar como escenario. El primero de ellos, el 3 de julio de 1970, que se saldó con un balance de  113 muertos, y posteriormente el 27 de marzo de 2000, en que falleció el piloto y único ocupante de la avioneta siniestrada. 

Empezaré refiriendo en este post, el caso de la avioneta siniestrada hace dieciséis años, y en otro momento, me ocuparé de hacerlo en el del año 1970, correspondiente al mayor accidente aéreo registrado en Catalunya hasta ahora.

LA AVIONETA ABANDONADA 

El 27 de marzo de 2000, un piloto británico de 71 años de edad, se dirigía, a las 08:32 horas, del aeropuerto de Murcia/San Javier al de Perpinyà, capital del Rossellò y de la Catalunya Nord, en vuelo privado, que tenía una duración de unas dos horas y media, y en unas condiciones meteorológicas adecuadas para el vuelo VFR,

Alrededor de las 11:00 horas se activó el procedimiento de alerta en el aeropuerto de Perpinyà, atendido que la aeronave MOONEY M20K, matrícula G-GTPL, no había llegado a su destino. El último contacto con el piloto se había establecido a las 10:25 horas desde el aerodromo de Sabadell, ciudad cercana a Barcelona, y según el informe técnico emitido por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC), el accidente debió de producirse alrededor de las 10:37 horas.

La nave había impactado contra el terreno en una zona montañosa de difícil acceso, situado en una cota de 950 metros ( 3.117 pies), resultando completamente destruído e irrecuperable, y falleciendo  su tripulante como consecuencia del traumatismo por desaceleración sufrido en el impacto de la aeronave con el terreno.

Salvo ligeros daños en la arboleda, no se produjeron daños colaterales apreciables causados por el accidente.

Los restos fueron localizados a la mañana siguiente, en el macizo del Montseny, en una posición lateral 41º 45' 55'' N y longitud 02º 29' 13'' E, en Font de Corts, término municipal de Gualba, en la provincia de Barcelona, se encontraban agrupados en un radio de 25 metros aproximadamente, enmarañados con la vegetación, estando el fuselaje sustentado por los árboles y la proa empotrada en unas rocas en las que se localizó el impacto. El motor se encontraba desplazado hacia la derecha y el hélice a 2 metros al frente d ela aeronave, en una cota superior, con una de las palas incrustadas en el terreno. El ala derecha aparecía desprendida del fuselaje, mientras que la izquierda, aunque muy dañada, permanecía unida.

Antes del accidente, el  aparato estaba en perfectas condiciones. Tenía registradas 1239 horas de vuelo y había pasado satisfactoriamnete la revisión el año anterior. El piloto, por su parte, debía haber pasado un reconocimiento médico hacía  más de diez meses, por lo que se determinó que la causa del accidente fue la climatología del lugar. Aquella mañana, las condiciones meteorológicas habían empeorado considerablemente en el macizo del Montseny, con la aparición de viento, lluvia y niebla cerrada, según datos aportados por el Observatorio Meteorológico del Montseny.

DIECISÉIS AÑOS DESPUÉS, SIGUE EL GOTEO DE VISITANTES.

Desde que se tuvo conocimiento del  accidente, fueron numerosas las personas que acudieron al lugar,  para presenciar los restos de la avioneta siniestrada  entre aquel paraje de denso arbolado.

Y estas visitas se han ido sucediendo habitualmente. Unos aprovechando sus actividades de senderismo por el Montseny, y otros ávidamente para contemplar los restos de la avioneta siniestrada y abandonada en el lugar del accidente.

Para quienes deseen efectuar la ruta a pie desde Santa Fe hasta la avioneta, deben de dejar el vehículo  en los aparcamientos habilitados en Santa Fe del Montseny y, desde allí, acudir al Centre de Visitants de Santa Fe del Montseny, que les orientaran del sendero que deberán seguir  en dirección a la Font  de Corts, desde donde, después de pasar por una masía, a poco más de 200 metros encontrarán unas piedras amontonadas a la izquiera de la marcha, que indican el desvío para llegar donde permanecen los restos de la avioneta siniestrada.

PROCEDENCIA

* De los periódicos.

* Informe Técnico de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC).  Informe Técnico A-014/2000 del accidente ocurrido en Font de Corts, término municipal de Gualba (Barcelona). Ministerio de Fomento. Secretaría General de Transporte.  

 

miércoles, 20 de abril de 2016

LA GARRIGA (BARCELONA), ES EL PRIMER AYUNTAMIENTO QUE PAGA PRUEBAS DE ADN, PARA ENCONTRAR PERSONAS DESAPARECIDAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.

 Una de las fosas comunes de la Guerra Civil española. Quedan cientos todavía por  localizar.
Miquel Rovira, vecino de la Garriga, muestra la fotografía de su padre, desaparecido durante la contienda fraticida de 1936.

Retrocediendo en el tiempo, se calcula que, en el transcurso de la Guerra Civil española ( 1936 - 1939), cerca de 200.000 hombres y mujeres fueron vilmente asesinados lejos de los  frentes de  combate, ejecutados extrajudicialmente o después de ser objeto de procesos al margen de la legalidad. muriendo a consecuencia del golpe militar contra la 2ª República.

Por idénticas circunstancias, como mínimo 300.00 hombres, mujeres y niños fueron víctimas de los indiscriminados bombardeos y de los éxodos que siguieron a la ocupación del territorio por parte de las fuerzas militares del general Franco.

En el conjunto de España, después de la victoria definitiva de las fuerzas rebeldes, se calcula que a finales de marzo de 1939, alrededor de 20.000 republicanos fueron ejecutados. Muchos fallecieron  de hambre, de  palizas y de enfermedades en las prisiones franquistas y en los campos de concentración, donde se hacinaban  en condiciones infrahumanas, mientras que otros sucumbieron  a las condicones esclavistas de los batallones de trabajo.

UNA ACCIÓN PIONERA DEL AYUNTAMIENTO DE LA GARRIGA.

El Ayuntamiento de la Garriga, de la comarca del Vallés Oriental, en la provincia de Barcelona, ha sido el primer Consistorio que ha pagado las pruebas del  ADN , a cuatro vecinos y vecinas del municipio, para localizar a sus familiares  desaparecidos durante la Guerra Civil española.

Miembros  del Departament de Genètica Forense de la Universitat de Barcelona, han realizado recientemente extracciones de sangre al ciudadano Miquel Rovira, que busca a su padre, Ramón, que desapareció en el frente de Vallfogona de Balaguer; a Salut Miró, que busca a su hermanastro, Francesc Guardiola, desaparecido en la batalla del Ebre; a Montserrat Ferrandis, que busca a su padre, Ramón Ferrandis Roca, desaparecido en lugar indeterminado durante la contienda bélica, y a Ramón Villanova, que busca a su padre, Joaquim Villanova, que desapareció  en el transcurso del bombardeo de la ciudad de Vic. Todos ellos han hecho aportación de la máxima documentación y fotografías de que disponen de sus familiares desaparecidos.

Las muestras recogidas, que las custodiará el proyecto Banc d'ADN de desaparecidos durante la Guerra Civil española, se podrán comparar con los restos que se encuentren en la medida que se proceda a la apertura de nuevas fosas comunes. Se calcula que en Catalunya quedan todavía por exhumar unas 370 fosas comunes, y más de 4.700 familias han solicitado buscar a sus familiares desaparecidos.

Esta iniciativa es un paso más al proyecto municipal, iniciado en el pasado mes de julio, en ocasión de que el Pleno del Ayuntamiento votó una moción en favor de la adhesión al Banc d'ADN.

domingo, 17 de abril de 2016

23 DE ABRIL: FESTIVIDAD DE SANT JORDI, " DIA DEL LIBRO Y DE LA ROSA"

 Festividad de Sant Jordi. Día del Libro y de la Rosa.
 Monumento a San Benito Menni, en los jardines de la institución "Benito Menni. Centre Assistencial en Salut Mental", de la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús, en Sant Boi de Llobregat (Barcelona), en que el Padre Benito Menni lleva en su mano izquierda un libro -- posiblemente las Constituciones-- coincidiendo con la floración de un rosal plantado  en sus pies,  que curiosamente parece que sujeta también un rosa roja, en la festividad de Sant Jordi. (Foto: Joan Vendrell i Campmany)
Retablo de Sant Jordi, de Pere Niçard (1468), con la ciudad de Mallorca idealizada al fondo (Museu Diocesà de Mallorca)

Desde mediados del siglo XV, el día 23 de abril se celebra cada año, en Catalunya, la tradicional Diada de Sant Jordi, patrón de Catalunya desde el año 1094.

La tradición dice que Sant Jordi fue un mártir cristiano, nacido en la Capadocia (1), entre los años 275 y 280, hijo de una familia de la nobleza rural, y que murió el 23 de abril de 303, posiblemente en Palestina.

A lo largo de los años, este día se ha consolidado como una fiesta tradicional y emotiva, en que los enamorados se intercambian un libro y una rosa en el ámbito de una jornada popular y pacífica, que exalta unos valores tan humanos como pueden ser el amor, la cultura y el patriotismo.

Las rosas y los libros que se intercambian las personas queridas, llegan a rebosar, por un día, las calles y plazas de todas las ciudades y pueblos de Catalunya, representando una fiesta de participación popular impregnada por unas características únicas en el mundo, en que, paradógicamente es un día festivo que los catalanes celebran trabajando.

A Sant Jordi se le atribuyen hechos legendarios, como el de la liberación de la princesa de las garras del temible dragón, en la villa de Montblanc.

El culto a Sant Jordi -- que significa campesino, en griego -- se extendió con rapidez por todo Oriente, y se fijó la fecha de celebración el 23 de abril de cada año.

En Catalunya su culto se remonta al siglo X. En el año 1022, el abad Oliva erigió un altar en el monasterio de  Ripoll en honor suyo.

En el siglo XV ya se celebraba la festividad de Sant Jordi en el Palau de la Generalitat de Catalunya, coincidiendo con la feria de rosas que tenía lugar en el patio de aquella institución. 

Parece ser que la tradición de regalar una rosa a la mujer que se ama, se remonta al siglo XV, en ocasión de la "Feria de los Enamorados", que se celebraba en Barcelona, si bien lo cierto es que había la costumbre de regalar una rosa a todas las chicas que asistían a la Misa que se celebraba en la capilla dedicada a Sant Jordi, en el Palau de la Generalitat de Catalunya.

Por otra parte, el 23 de abril coincide con la fiesta del " Día del Libro", que se celebró por vez primera  el 7 de octubre de 1926, a instancias del escritor y editor valenciano afincado en la Ciudad Condal, Vicent Clavel Andrés, que lo propuso a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona, para conmemorar el nacimiento de Cervantes. El Presidente del Gobierno español, Primo de Rivera, lo aceptó, y el Rey Alfonso XIII firmó el decreto instituyendo la "Fiesta del Libro Español", que en el año 1930 se trasladó al día 23 de abril, por ser la fecha de la muerte de Cervantes. El 1995, la Unesco declaró esta fecha, en que también fallecieron William Shakespeare y Josep Pla, "Día Mundial del Libro y de los Derechos de Autor" , y de ahí que es costumbre que los hombres obsequien con una rosa a la mujer querida y esta le corresponda regalándole un libro.

La leyenda de Sant Jordi y el dragón es común a casi toda Europa, y muchos paises, como Inglaterra, Portugal o Grecia, la han atribuída como suya. En catalunya es, en el municipio de Montblanc, donde arraigó con más fuerza, celebrándose todavía la Semana Medieval de Montblanc, en que, junto con otros actos, se representa cómo Sant Jordi mató al dragón que tenía tiranizada a la capital de la comarca de la Conca de Barberà.  En las antiguas murallas de aquella población, existe un portal que se conoce como Portal de Sant Jordi, que la tradición asegura que fue por donde salió el caballero después de matar al  dragón.

(1) Es una región histórica de Anatolia Central, en Turquía. 

viernes, 15 de abril de 2016

" CATALUNYA TERMAL", INVITA VISITAR LA GARRIGA.

 CATALUNYA TERMAL, invita visitar la Garriga y lo hace aportando cinco propuestas  de entre las numerosas posibilidades que puede ofrecer,  y ofrece,  el municipio.

La Garriga es Termalismo, modernismo y naturaleza. Estos tres elementos configuran un entorno equilibrado, donde los más pequeños e insignificantes detalles, invitan al descanso y a la placidez.

El clima suave, temperado y seco, exento de niebla y la localización geográfica entre els Cingles de Bertí y el macizo del Montseny, confieren a la Garriga un lugar extraordinariamente  singular y de auténtico privilegio y belleza-.

El municipio  actual es una consecuencia de la transformación urbanística que afectó a  la población a mediados del siglo XIX, hasta configurarse en  uno de los centros de descanso, veraneo  y termalismo de la burguesía catalana.

Sus aguas termales eran conocidas antes de nuestra era. También los romanos se sirvieron de ellas. La primera explotación moderna de estas aguas, es del año 1840, con el Balneario Blancafort.

El modernismo, especialmente de veraneo, dejó una importantísima huella en el muncipio, con unos 220  elementos arquitectónicos catalogados, entre los cuales destaca la isla Raspall, declarada "Bé Cultural d'Interès Nacional" (BCIN), así como las importantes torres y chalets del Passeig y sus alrededores.

EL PASSEIG

Cuya imagen encabeza estas líneas, tiene más de un kilómetro de longitud. Abierto en el año 1878 permite la antrada a un entorno señorial, con importantísimas muestras de arquitectura modernista. Ciertamente, constituye  un lugar muy plácido y agradable para pasear y disfrutar, al mismo tiempo, de su incomparable   entorno.




EL REFUGIO ANTIAÉREO.

EL Refugio Antiaéreo de la estación de la RENFE, es uno de los tres refugios que se construyeron en la Garriga en el año 1938, y el único  que se conserva. Está excavado  directamente  en la roca granítica, y está formado por una galería principal, sinouse cerca de la entrada, y recta en su tramo final.





 


 EL POU CALENT

Se encunetra situado  en el centro del núcleo urbano del municipio, y su aguas cuentan con los beneficios propios  del agua mineromedicinal.


 LA ISLA RASPALL

Es un conjunto de cuartro casas de estilo modernista, conocidas con los nombres de Torre Iris, la Bombonera, Can Barraquer y Can Barbey.

Se trata de un conjunto único en Catalunya. La excepcionalidad es consecuencia de que las cuatro casas, son del mismo autor, el arquitecto  Manuel Joaquim Raspall.

En el interior del municipio, se encuentra también la casa modernista de este arquitecto. Can Raspall.
LA VILLA ROMANA DE CAN TERRERS.

Fue una explotación agrícola dedicada principalmente a la producción y al comercio de aceite y de vino.

Construída en el siglo I a C gozó de una brillante prosperidad. Actualmente se encuentra rodeada de bosques y de tierras de labor. La parte visible de esta villa es el edificio de los baños, destinados al uso de los propietarios de  aquella villa.

jueves, 7 de abril de 2016

ANA VIÑAS PUIG, ENFERMERA DE GUERRA DESTINADA AL HOSPITAL MILITAR DE RETAGUARDIA ,HABILITADO EN EL BALNEARIO BLANCAFORT DE LA GARRIGA, DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA.

 Cartilla profesional de Ana Viñas Puig
Balneario Blancafort, de la Garriga.



En el transcurso de la Guerra Civil  española, ( 1936 - 1939 ) el Balneario Blancafort, junto con el Asilo-Hospital y la Torre del Padró, de la Garriga, fueron  colectivizados y destinados, los dos últimos,  a hospital de sangre, y el Balneario Blancafort, a  hospital militar de retaguardia.

Ana Viñas Puig, (1) recién terminados los estudios de enfermería, fue destinada, ya iniciada la contienda bélica, al habilitado hospital en el Balneario Blancafort, de la Garriga. En el libro "Enfermeras de guerra", de Ediciones San Juan de Dios, explica los avatares que vivió en el ejercicio de su profesión aquellos aciagados días en aquel hospital, y que seguidamente, sin más preámbulos, paso a reproducir, no sin antes efectuar las siguientes consideraciones:

La Editorial "Ediciones San Juan de Dios",  ha autorizado, atendiendo mi petición, que mucho agradezco, la reproducción de las páginas 73 a la 76 del libro "ENFERMERAS DE GUERRA", de las que son autoras Anna Ramió y Carmen Torres.


" ACTIVIDAD ENFERMERA Y LA GUERRA EN BARCELONA PROVINCIA.

Eran tiempos de guerra cuando acabé la formación, e hice una instancia para trabajar de enfermera. Presenté los papeles y me dijeron que ya me avisarían. Me llamaron y me dijeron que iría a La Garriga. Y respondí "¿A La Garriga?" ¡Yo había pedido Barcelona!. Pensaba que me enviarían  a San Pau o al Clínic. Pero me dijeron que La Garriga también era Barcelona. Así que me mandaron a La Garriga, al Balneario Blancafort que durante la guerra fue un hospital militar de retaguardia. Estuve allí hasta que llegaron los nacionales, en el mes de enero, o sea, casi dos años.

Yo estaba en una planta con otras cuatro enfermeras. Había cientos de heridos, veinticinco para cada enfermera, aunque casi todos se podían valer por si mismos. Los más graves estaban en la planta baja, en el primer piso y en el segundo. Los que estaban en el último, casi todos se valían por sí  mismos. En este hospital había salas de operaciones.

Hacía frío en aquel hospital. Recuerdo que el día que llegué cogí un resfriado porque me hicieron esperar en una sala al director, que quería hablar conmigo, y resulta que habían dejado la puerta que daba a la calle abierta, y el director tardaba  en venir, y como que yo era tan tímida, no fui capaz de levantarme a cerrarla.

Las enfermeras vivíamos en una torre que había al lado del hospital. El barrio se llamaba el Pasaje de los Ingleses, porque todo eran torres donde iban los ingleses a veranear. La gente iba a "tomar aguas" al balneario Blancafort. Y nosotras vivíamos todas en una torre que debían de haber requisado.

El hospital tenía cocinas, y se hacían todo tipo de comidas. Allí comíamos todos lo mismo. No recuerdo que comíamos, pero era suficiente. Las enfermeras teníamos el grado de sargento. Nos daban tabaco y alimentos, que yo enviaba a mi casa. Nos daban garbanzos, alubias y todo eso. Cobrábamos algo, aunque no recuerdo  cuánto. El tabaco yo se lo daba a los heridos a los que se lo habían quitado como castigo. Todas las enfermeras era mayores, chicas mayores que se habían formado antes de la guerra. La única que se había formado durante la guerra era yo, y era la "novata".

Hacíamos veinticuatro horas de guardia cada cuatro días. Cada cuatro días nos tocaba hacer todas esas horas de guardia. Desde las ocho de la mañana  hasta las ocho de la mañana del día siguiente.

Las órdenes siempre las daba un médico. Estaban el doctor Gil Vernet, el hermano del ginecólogo, el dictor Cabot, que era cirujano y que me parece que después fue médico del Fútbol Club Barcelona. Otro que se llamaba doctor Castañeda, que se sabía toda la anatomía en verso, era una buena persona y encantador. Él estaba en el último piso, era el director. Al cabo de un tiempo pusieron al doctor Gil Vernet de director, que me llamó a su despacho y me dijo que me querían cambiar de planta. Yo le dije que no, y me preguntó  por qué. Le respondí: "Porque arriba, por la noche salgo a la terraza y veo los jardines con flores. Estoy muy bien allí y no tengo ganas de irme". Así que continué en el mismo piso todo el tiempo.

Cuando llegabas por la mañana, había que dedicarse a levantar a los soldados. Hacías las camas y arreglabas a los enfermos, los que no se podían levantar. A los que se podían levantar, les hacías la cama, pro casi todos se lavaban ellos mismos. Luego, llegaba la hora de las curas. Yo estaba en el piso de arriba del todo, que era donde estaban los que podían caminar. Si alguno se quedaba en cama, le hacíamos la cura en la cama. Los que se podían levantar iban a comer al comedor, y los que no se podían levantar, se la dabas.

Los de mi planta eran enfermos o heridos más leves. Por la mañana, en la sala de curas, el médico los visitaba, miraba sus historiales y te preguntaban como tenían  la herida, y le tenías que decir el tamaño de la herida. Se ponían en fila y nosotras los íbamos pasando.

A las diez de la noche apagábamos todas las luces por miedo a los bombardeos. Por la noche, sólo te preocupabas de si alguien se encontraba mal, si le tenías que hacer una cura o ponerle alguna inyección.

 Mi planta era la más fea del hospital, era como un desván. Allí llevaban a los heridos  que habían intentado escapar y los habían cogido. Teóricamente no podían salir del hospital, pero los que se podían mover, saltaban la tapia, y si los encontraban, los castigaban  y los llevaban a mi piso. Los encerraban allí y les quitaban la ropa y el tabaco.

Los días que hacía guardia, al anochecer nos daban  un motón de gasas y vendas para doblar. Yo me iba a la habitación de estos enfermos a hablar un rato, y los hacía trabajar. Les preguntaba si me querían ayudar y me ayudaban mientras les contaba cosas. También les daba tabaco a los que podían fumar. Cuando ya los tenía bien animados, doblando gasas y vendas, les decía "¡Ay!, me voy que tengo que poner una inyección", y los dejaba allí trabajando, a veces toda la noche. 

Por la tarde también había cosas que hacer. Había enfermos que estaban muy tristes, deprimidos, y no querían comer nada de nada. Estaban siempre con los ojos fijos. Eran jovencitos, de unos dieciocho años. Había uno muy guapo, rubio, que no quería comer nada. Yo le dije a mi jefe: !Ay, doctor, este niño está tan triste que no quiere comer. Si le dieran unas natillas, a lo mejor se las tomaría". Y me contestó: "Anita, es un muchacho de Negrín, ¡no es un niño!. Me sentaba junto a él en la cama y le contaba cuentos, como si fuera realmente un niño, lo iba distrayendo y le decía: "Vega, abre un poquito la boquita, que estaré muy contenta", y le iba dando la comida. Había bastantes casos de estos, chicos que tenían una depresión enorme, porque eran muy jóvenes y se habían encontrado en batallas muy duras.

Las heridas de los soldados eran de todo tipo: a uno le faltaba un brazo, a otro una pierna,  otro tenía una herida de metralla en un brazo, o en una pierna, o en el pectoral. Nosotras los curábamos y si veíamos algo raro, avisábamos al médico. Los quirófamos estaban abajo, y después de la operación los volvían a llevar arriba. Se les curaban las heridas y basta, con gasas estériles, las limpiábamos y no se ponía nada más. Antibióticos no había todavía. Los antibióticos vinieron después de la guerra. Primero vinieron las  sulfamidas, y después los antibióticos. En mi planta no se moría nadie, sólo estaban malheridos.

La mayoría de los soldados no tenían familia cerca, eran de Murcia, de Andalucía, de Madrid, de todas partes. Después, en la última época, con la Batalla del Ebro, vinieron también muchos catalanes. El chico del que he hablado antes tenía dieciocho años y era de aquí, de Barcelona. También nos llegaron  muchos heridos  cuando hubo un bombardeo en Granollers, en pleno día, a las diez de la mañana, en una población que no tenía nada, ningún material de guerra ni nada, y los bombardearon. Nos llenaron el hospital de tal manera, que teníamos dos heridos en cada cama. Recuerdo que estuve treinta y seis horas trabajando sin parar. Me quejaba del daño que me hacían las piernas, y me contestaban que no me quejara, que era una tonta. Yo era la más joven de todas, la demás enfermeras eran mayores que yo. La verdad es que de todo lo que pasé allí tengo muy buenos recuerdos. No tengo ningún mal recuerdo de ningún herido, ni de ningún soldado que se excediera conmigo. Todo el mundo me respetó siempre, porque les podía proporcionar bienestar.

De vez en cuando venía un teniente coronel a pasar revista, para ver los que se habían recuperado. Los que podían, se escapaban. Cuando estabas de guardia, te miraban, venían corriendo y te decían: "No digas nada, no digas nada", y se iban. Entonces subía el sanitario que estaba de guardia y me decía  que había oído ruído de alguien que saltaba, si eran de mi piso, y yo le contestaba: "No, de mi piso, no". Cuando volvían , se metían en la cama vestidos y yo decía: "Todo el mundo está durmiendo".

Entre ellos se divertían, hacían guerras de piojos. En mi piso había enfermos sarnosos que se tenían que bañar con agua sulfurosa. Les frotaba con un cepillo y luego les ponía pomada por todo el cuerpo. Eran jóvenes y divertidos. Tras la retirada, ya no los volví a ver. Los andaluces cantaban muchas canciones y eran muy simpáticos. Con una venda se hacían  un lazo, se lo ponían y empezaban a bailar y a cantar, porque estos no eran de estar en cama. A las diez menos cuarto , iba y les decía: "Preparaos para dormir, porque a las diez ya sabéis que tengo que apagar la luz. No querréis que me castiguen a mi..."

No se me murió ningún enfermo, afortunadamente, porque eso era algo que me daba pánico. Incluso cuando venían a curarse, si  había uno al que le faltaba una pierna y le tenía que curar, me daba mucho miedo. Entonces decía que me había dejado unos medicamentos, que tenía que ir a buscarlos a la farmacia, y me iba, de manera que la enfermera que venía detrás de mi lo curaba.

No disponíamos de mucho material, pero los soldados heridos no pasaban frío porque había mantas y sábanas, aunque de pijamas todo el mundo iba como podía. También teníamos palanganas, esponjas y jabón para lavar. Todo el material se recuperaba, se doblaban las gasas y las vendas, porque todo era escaso. Las gasas se lavaban en los lavaderos y luego las esterilizaban  en autoclaves. De eso no nos cuidábamos nosostras. A nosotras ya nos daban el material esterilizado. El instrumental para hacer las curas lo teníamos en alcohol. Había cosas que hervíamos y después poníamos en alcohol"

(1) La Sra. Ana Viñas Puig falleció el 24 de noviembre de 2012 en Barcelona, a la edad de 93 años.