Portada del libro " EL DIARIO DE BARCELONA", 1792 - 1963, Premio Marqueses de Taurisano, que por unanimidad del Jurado fue otorgado a Esteban Molist Pol.
Mis gratos recuerdos por el paso en "Diario de Barcelona", me animan a recordar unas facetas de su dilatada historia, que con motivo de cumplirse en 2017 los 225 años de la aparición de este diario, recordó l'Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona, aportando con documentos originales de su fondo, la dilatada trayectoria de este medio de comunicación social, muy arraigado a la ciudadanía, y que fue testimonio de los acontecimientos más relevantes de la ciudad de Barcelona a lo largo de más de dos siglos.
"Diario de Barcelona" se publicó por primera vez el día 1 de octubre de 1792, y en sus primeros años de existencia fue el único testimonio diario de la vida cotidiana de la ciudad barcelonesa. Popularmente era conocido como El Brusi, por su vinculación con la familia del mismo nombre, propietaria de la cabecera del periódico desde el año 1814 hasta 1923.
Se editó en castellano, como la gran mayoría de periódicos, excepto unos meses durante la invasión francesa (1808 -1814) que se editó en catalán y en francés, y en el transcurso de la Guerra Civil española (1936 - 1939) fue confiscado por el partido Estat Català. No se volvió a publicar en catalán hasta los últimos años de su existencia, a partir de 1986, cuando cambió su cabecera por Diari de Barcelona.
Sus páginas reflejaban el ambiente político, cultural, económico, literario y local de la Barcelona de finales del siglo XVIII, así como el crecimiento demográfico y la transformación urbanística que modificó la fisonomía de la ciudad durante el siglo XIX. En este siglo, el periódico fue el órgano de la Unión Liberal, bajo la dirección de Joan Mañé i Flaquer, que lo transformó en instrumento político, de pensamiento católico, regionalista y monárquico, de la mano de Jaume Balmes, Manuel Durán i Bas y Joan Maragall, entre otros, llegando a representar los intereses de una gran parte de la burguesia barcelonesa.
La aparición y competencia de nuevas cabeceras, como El Telégrafo (1858), El Correo Catalán (1876), La Publicidad (1878), La Vanguardia ( 1881), El Noticiero Universal ( 1888 ), La Veu de Catalunya (1889) fueron reduciendo progresivamente su predominio en la sociedad barcelonesa.
Durante la década de 1920 incorporó fotografías de portada entera, iniciativa que se mantuvo hasta el año 1965. En aquel año adoptó el formato de los grandes rotativos, con notas gráficas en sus páginas centrales y sumplementos dominicales. Su barcelonismo le permitió volver a disfrutar de un largo periodo de estabilidad.
Después de la dictadura franquista evolucionó hacia posiciones democráticas de la mano de nuevos directores y de una redacción renovada. En un contexto general de crisis de la prensa, de propia pérdida de lectores y de conflictos laborales, el periódico dejó de publicarse el mes de junio de 1980, y reaparició unos meses más tarde, hasta marzo de 1984 con fórmulas autogestionarias que no tuvieron éxito.
Por su valor histórico y simbólico, el Ayuntamiento de Barcelona compró la cabecera en el año 1985, y la cedió a diferentes grupos de comunicación social, que la publicaron hasta el año 1994. A partir de setiembre de 1998, el Ayuntamiento lo volvió a editar en formato electrónico, y finalmente gestionado por Barcelona Televisió, desapareció de manera definitiva en el año 2009.
PROCEDENCIA:
Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona. Diario de Barcelona, una empresa periodística. 1792-2009.
Sus páginas reflejaban el ambiente político, cultural, económico, literario y local de la Barcelona de finales del siglo XVIII, así como el crecimiento demográfico y la transformación urbanística que modificó la fisonomía de la ciudad durante el siglo XIX. En este siglo, el periódico fue el órgano de la Unión Liberal, bajo la dirección de Joan Mañé i Flaquer, que lo transformó en instrumento político, de pensamiento católico, regionalista y monárquico, de la mano de Jaume Balmes, Manuel Durán i Bas y Joan Maragall, entre otros, llegando a representar los intereses de una gran parte de la burguesia barcelonesa.
La aparición y competencia de nuevas cabeceras, como El Telégrafo (1858), El Correo Catalán (1876), La Publicidad (1878), La Vanguardia ( 1881), El Noticiero Universal ( 1888 ), La Veu de Catalunya (1889) fueron reduciendo progresivamente su predominio en la sociedad barcelonesa.
Durante la década de 1920 incorporó fotografías de portada entera, iniciativa que se mantuvo hasta el año 1965. En aquel año adoptó el formato de los grandes rotativos, con notas gráficas en sus páginas centrales y sumplementos dominicales. Su barcelonismo le permitió volver a disfrutar de un largo periodo de estabilidad.
Después de la dictadura franquista evolucionó hacia posiciones democráticas de la mano de nuevos directores y de una redacción renovada. En un contexto general de crisis de la prensa, de propia pérdida de lectores y de conflictos laborales, el periódico dejó de publicarse el mes de junio de 1980, y reaparició unos meses más tarde, hasta marzo de 1984 con fórmulas autogestionarias que no tuvieron éxito.
Por su valor histórico y simbólico, el Ayuntamiento de Barcelona compró la cabecera en el año 1985, y la cedió a diferentes grupos de comunicación social, que la publicaron hasta el año 1994. A partir de setiembre de 1998, el Ayuntamiento lo volvió a editar en formato electrónico, y finalmente gestionado por Barcelona Televisió, desapareció de manera definitiva en el año 2009.
PROCEDENCIA:
Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona. Diario de Barcelona, una empresa periodística. 1792-2009.
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