Una Orden Ministerial, publicada en el Boletín Oficial del Estado, el día 24 de diciembre de 1944,promulgaba que todo el personal que trabajaba en industrias no reglamentadas, recibiría una gratificación equivalente al salario de una semana para solemnizar las festas de Navidad. Un año más tarde, el día 9 de diciembre de 1945, se establecía esta gratificación con carácter general e indefinido, quedando institucionalizada de esta manera, el aguinalgo o paga de Navidad.
Aparte de la paga oficial que recibían los trabajadores de las empresas donde prestaban sus servicios, existía en España otra práctica desde mucho tiempo antes, y a la que se puso fin a principios de la década de los años ochenta del siglo pasado.
El Diario de Barcelona fue el precursor de las felicitaciones navideñas a sus suscriptores. Esta tradición sería adoptada, más tarde, por otros profesionales.
Consistía en que todos los profesionales que durante el año habían ofrecido sus servicios a los hogares españoles, entregaban una tarjeta en la que felicitaban las Pascuas y las Fiestas de Navidad, esperando una propina a cambio.
Ataviados con sus mejores galas, lecheros, basureros, barrenderos. modistas, serenos, vigilantes, carteros, carreteros y un sinfín de profesionales, se presentaban en los domicilios particulares y los vecinos, gustosos, les entregaban la voluntad, el popular aguinaldo.
La primera constancia que se tiene de esta práctica , data del año 1831, cuando los trabajadores del Diario de Barcelona, decano de la prensa continental fundado en el año 1792, decidieron que sus repartidores entregaran, en mano , a todos sus suscriptores, una felicitación impresa por Navidad. La idea resultó tan bien acogida por los suscriptores que, agradecidos, enrtregaron a estos repartidores una gratificación en forma de aguinaldo, y esta práctica animó a otros profesionales a copiar la original idea, de modo que en las fechas próximas a la Navidad, muchos profesionales se presentaban en los hogares de sus clientes a la espera de la ansiada propina navideña.
Una pequeña muestra de los cientos de modelos existentes que se distribuyeron a lo largo de aquellos años. Del carro al camión de la basura, pasando por quienes encendían las primeras farolas eléctricas, hasta los últimos carreteros, estas postales documentan la evolución de los diferentes oficios que reproducían aquellas felicitaciones.
Con las mejoras salariales y ls condiciones laborales, a principios de la dácada de 1980 esta práctica fue desapareciendo, quedando en el recuerdo de las nostalgias Navidades pasadas.