Dedicado a la Sra. Pepita Juvé i Llauradó, residente en Fayón (Zaragoza), que el próximo día 9 cumplirá 95 años de edad.
Cada mañana, durante más de un siglo, María Branyas Morera repitió un gesto sencillo: abrir un yogur y comerlo despacio. Era siempre de la misma marca, La Fageda, elaborado en la comarca de la Garrotxa catalana. Cuando falleció en el año 2024, a los 117 años y 168 días, no sólo se convirtió en la persona más longeva el mundo, sino también en la protagonista de un hallazgo inesperado: aquel hábito cotidiano pudo ser una de las claves de su sorprendente salud.
La clave del yogur.- El foco mediático se desató por un detalle aparentemente sencillo. María Branyas tomaba a diario yogures de la marca La Fageda. Tras conocerse los resultados de la investigación, la empresa recibió llamadas desde el Reino Unido de personas interesadas en comprarlos o incluso distribuirlos, según explicó la directora de La Ventana, de la cadena SER.
Pero parece ser que no se conformaba con uno. Según el estudio, publicado en Cell Reports Medicina, consumía hasta tres yogures diariamente de esta marca, conocida por su labor social, además de que estos yogures se elaboran con leche de granja propia y un con proceso de fermentación pensado en mantener vivas las bacterias hasta el final de la vida útil.
Mucho más allá del lácteo.- El análisis científico concluye que el microbioma intestinal era " casi juvenil" pese a su avanzanda edad. En sus muestras aparecía una abundancia inusual de Bifidobacterium , bacterias que suelen declinar con los años y que ayudan a reducir la inflamación y mejorar la salud metabólica. El yogur pudo contribuir a este equilibrio, pero los propios investigadores advierten que no es la única clave. "No se puede confirmar que sólo el yogur explique su longevidad, aunque probablemente moduló su microbioma", señalan en el estudio.
Una combinación de factores favorables.- Más allá de los yogures, la biología de María Branyas escondía un puzzle sorprendente. La genética le dio cartas ganadoras: variantes que la protegieron de la demencia, del cáncer o de los problemas de corazón. Incluso sus telómeros , esas estructuras que se desgastan con cada división celular, parecían jugar en contra -- estaban muy cortos -- pero en su caso pudieron convertirse en un escudo frente a los tumores.
En cuanto a su reloj biológico ( o epigenéticos ) revelaba, que en sus términos biológicos, era hasta dos décadas más joven de lo decía su Documento Nacional de Identidad. A esa ventaja se sumaba un sistema inmune aún aún enérgico y un metabolismo del colesterol envidiable.
El resto lo puso ella, siguiendo una dieta mediterránea. Bebía cada mañana un batido de ocho cereales, nunca fumó ni bebió alcohol y caminó a diario hasta bien entrada en edad avanzada y mantuvo una intensa vida social. Sobrevivió a dos guerras mundiales, a la guerra civil española, a la gripe española y hasta el Covid-19, del que se recuperó con 113 años de edad.
Una nueva via de investigación.- El equipo de Manel Esteller, del Instituto Josep Carreras, cree que este caso puede abrir la puerta a terapias que imiten los efectos de los "buenos genes" o de un microbioma rejuvenecido. En el estudio se apunta incluso la posibilidad de desarrollar fármacos que repliquen los beneficios de una flora intestinal sana.
Un nuevo debate.- Como siempre ocurre cuando se abre una línea de estudio en que no todos los expertos coinciden. La genetista Immaculada de Vivo, de Harvard, recordó que extrapolar desde un único caso es arriesgado: "La longevidad depende de probabilidades, no de absolutos". Desde Johns Hopkins, la oncóloga Mary Armanios añadió que los genes asociados a la larga vida no siempre predicen el futuro: lo que parece ventajoso en unos no puede serlo en otros. Además, la propia desigualdad social introduce diferencias de hasta veinte años en la esperanza de vida, como ilustró Mary Armanios con el ejemplo de Baltimore.
Más allá de la anécdota.- La historia de María Branyas muestra que envejecer no tiene por qué significar enfermar, como tituló el diario británico The Guardian. Su longevidad parece fruto de un delicado equilibrio entre una genética resiliente , hábitos saludables, un entorno social positivo y, quizá, también un yogur diario.
PROCEDENCIA
Otero, Alba.- Xataka, lunes 29 de septiembre de 2025.
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