El artista Juan Lucena pintó este cuadro en memoria de las personas fallecidas por la pandemia del Covid-19.
La pandemia del Covid-19 nos reverdece el recuerdo de las personas fallecidas, pero de una manera muy especial, para aquellas que conformaban la generación que, sin haber tenido oportunidad de asistir a la escuela, supieron educar con los mejores valores a sus hijos.
Aquella generación que, a pesar de las muchas dificultades que tuvieron que afrontar, hicieron todo lo posible para que, en sus hogares, no faltara lo más indispensable.
Aquella generación que enseñaron los valores, empezando por el amor y el respeto.
Aquella generación que enseñaba a los hombres, el auténtico valor de la mujer, y a las mujeres, el máximo respeto por el hombre.
Aquella generación de personas que podían vivir con lo justo e imprescindible, sin necesidad de sentirse frustados por ello.
Aquella generación de personas que se iniciaban en el mundo del trabajo desde muy temprana edad, y que enseñaron el valor de las cosas, no el precio.
Aquella generación de personas que sufrieron miles de dificultades, y sin rendirse ni acobardarse, enseñaron las maneras y las formas de poder vivir con dignidad.
Son las personas de aquella generación que, después de una vida de mucho trabajo, sacrificio y penurias, se están marchando de esta terrenal existencia con las manos arrugadas, pero con la frente en alto.
Se nos están yendo las últimas personas de una generación que enseñó a vivir sin miedos.
Se nos están yendo las últimas personas de una generación, que nos dieron la vida.
Tributemos el mejor de los recuerdos para estas personas, para las que ya no están con nosotros y para las que todavía lo están, entrados en años, de aquella generación que conformaron nuestros abuelos y nuestros padres.
" Virgen Santa del Rosario
haced que en esta casa
no haya ni poco ni demasiado
solamente lo justo para vivir bien".
Esa generación que supo vivir el mal vivir, es la generación que está dejando de existir, lástima que su legado no sea secundado, se está perdiendo y diluyendo como un azucarillo en el café.
ResponderEliminarAquella generación... hay Aquella generación...
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