Anna Turbau tiene una obra marcada por su sensibilidad social y su carácter de denuncia. Entre el trabajo de esta fotógrafa catalana destaca el que realizó en Galicia en los años setenta del siglo pasado, en que tomó imágenes del manicomio de Conxo. Sin embargo nos preguntamos el por qué no las publicó cuando lo hizo.
Según ha explicado Anna Turbau, en " Detrás del instante", en el año 1976 nadie sabía lo que estaba ocurriendo en el manicomio de Conxo. Se decía que era una auténtica tortura, y por este motivo, entrar en aquel espacio cerrado se convirtió en un reto para ella.
Reconoce que "era impensable sacar fotografías allí", pero afortunadamente conoció a un médico psiquiatra que le facilitó poder acceder en el interior del edificio una tarde de invierno, poco antes de la hora de cenar.
Explica que había mujeres muy tranquilas, posiblemente dopadas. No encendían las luces y las raciones de comida eran escasas. En el pasillo los pacientes se acercaban a las ventanas, para aprovechar los últimos rayos solares del día . " Y entonces allí encontré a una niña agarrada a una muñeca totalmente destrozada, y pensé ¿aquí hay niños?. Y estaba con la muñeca mirándome. Yo me acerqué poco a poco, y la fotografié. Estaba realmente amorosa. Estaba como para abrazarla. Era amor puro de niña", explica Anna Turbau, que se preguntaba qué hacía una niña encerrada en un psiquiátrico para personas adultas. ¿quien era aquella niña?.
La fotógrafa reconoce que no tomó las fotografías en el manicomio de Conxo con la intención de publicarlas, atendido que nadie estaba por la labor de denunciar el estado de abandono de aquel establecimiento psiquiátrico, porque tenía miedo a las represalias y para proteger al médico que le facilitó su entrada, por si le despedían. Así que guardó el trabajo efectuado que incluía la fotografía de la niña con la muñeca durante más de cuarenta años.
En el año 2012 expuso la imagen en el centro cultural Centre Cívic Casa Golferichs, en Barcelona. " Entonces hubo todo un movimiento de psiquiatras que me dijeron haber conocido a aquella niña. Que creían que se llamaba María y que murió cerca de los años ochenta y que nunca estuvo medicada". Sin embargo "aquella niña no tenía que estar ahí" detalla Anna Turbau.
Años más tarde, para una exposición en el Museu Reina Sofía, de Barcelona, le pidieron exponer las imágenes del manicomio de Conxo, para poderse ver lo que supuso su estado de abandono durante tantos años.
" La fotografía tiene ese poder: el poder de contarte una historia, aunque hayan pasado muchos años", concluye Anna Turbau.
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