domingo, 16 de enero de 2022

EL DESCUBRIMIENTO DE LA PENICILINA, FUE UNA CASUALIDAD.


 Dr. Alexander Fleming, decubridor de la Penicilina.

Finalizada la Primera Guerra Mundial, un capitán del cuerpo médico, Alexander Fleming, regresó a su puesto de trabajo como doctor en el St. Mary's Medical School, de la Universidad de Londres, interesado en la búsqueda  de sustancias antibacterianas que no dañaran los tejidos animales.

Antes de irse de vacaciones, a finales del mes de julio de 1928, dejó unas 50 placas inoculadas para que creciera una bacteria  patógena, el estafilococo.

Al regreso de su descanso vacacional, el 3 de septiembre de aquel año,  encontró en su laboratorio una de aquellas placas inoculadas contaminada con un moho, pero en lugar de tirarlo, su curiosidad le impulsó a analizarlo, observando que alrededor del moho, las colonias de estafilococos más cercanas a él, estaban muertas, mientras que las más lejanas, se habían reproducido con normalidad, percatándose de que el hongo llamado penicillium notatum, había liberado alguna sustancia bacteriana, que bautizó como penicilina.

Consecuentemente resulta que el azar había descubierto un hecho más importante de lo esperado, atendido que en el verano del año 1928, la ciudad de Londres  sufrió unos cambios muy bruscos de temperatura, llegando a principios del mes de agosto a temperaturas entre 16 y 20ºC, y mucho más cálido después, hasta alcanzar los 30ºC, provocando primero el desarrollo de las esporas de Penicillium  notatum, que suelen crecer  entre 15 y 20ºC de temperatura, y posteriormente , el estafilococo, que su temperatura  óptima de crecimiento está  entre 30 y 37ºC, hizo posible esta coincidencia que ambas colonias de hongos y bacterias, crecieran en la misma placa, es decir, en una de las cincuenta, permitiendo que el efecto bactericida del hongo, resultara visible. Sin embargo, como que Alexander Fleming no era químico, todos sus intentos de purificar y estabilizar la penicilina, fracasaron.

La penicilina quedó olvidada durante diez años, hasta que el médico australiano Howard Walter Florey, y el bioquímico alemán Ernest Boris Chain, del Oxford Institute of Pathology, se interesaron  por su efecto bactericida. Ambos dirigían un equipo que consiguió purificarla a pequeña escala, y en el año 1940 tuvo éxito en la cura e ratones previamente infectados, mientras que los ratones sin tratamiento fallecían a causa de la infección, por lo que, atendido que aquellos ratones tratados con penicilina  sobrevivían , mostrando de manera inequívoca la eficacia  como herramienta terapéutica, Fleming, Florey y Chain  recibieron, en el año 1945, el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por estos descubrimientos.


Durante los años cuarenta del pasado siglo, y en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, la penicilina se convirtió en lo que fue llamada la droga maravillosa, puesto que curaba enfermedades contagiosas y salvó millones de vidas humanas. Sin embargo, su producción resultaba  muy difícil y costosa, hasta que la química inglesa Dorothy Hodgkin, de la Universidad de Oxford, descubrió la estructura de la penicilina por cristalografía de rayos X, que resultó tan trascendental  que permitió la producción de penicilinas sintéticas.


Dorothy Hodgkin, que recibió, por su contribución,el Premio Nobel de Química en 1964.





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