lunes, 26 de septiembre de 2022

HACE 106 AÑOS, LOS VECINOS DEL VALLE DE ARÁN (LLEIDA), CONSTRUYERON UN CEMENTERIO CIVIL PARA UNA JOVEN QUE NO PUDO SER ENTERRADA EN EL CEMENTERIO RELIGIOSO POR HABER TENIDO HIJOS CON UN PRIMO SIN ESTAR CASADA.



Teresa y Francisco eran dos primos que vivian  en Bausén, un pequeño pueblo del Valle de Arán (Lleida), junto en la frontera entre Catalunya y Francia.

A principios del siglo XX se enamoraron, formaron pareja y fueron padres de dos hijos, Cándido y Valerosa. Sin embargo, no se casaron, porque no quisieron o porque estuvieron disconformes con el pago de la dispensa de consaguinidad de 25 pesetas que exigía por aquel entonces la Iglesia. Y este gesto tuvo sus consecuencias. Cuando Teresa murió de forma repentina, a los 33 años de edad en el año 1916, el cura de la localidad negó el permiso para que recibiera sepultura en el cementerio religioso. Y consecuentemente, los vecinos se apresuraron en construir, en sólo  24 horas, un cementerio civil, con la finalidad de que el cuerpo de Teresa no acabara en una zanja  socavada en medio del campo.

               

A cinco minutos andando desde la localidad, cerrado por una puerta y un muro de un metro de altura y bajo una acacia, allá sólo descansa Teresa, sin ningún símbolo religioso y con dos dedicatorias: "Recuerdo a mi amada Teresa, que falleció el 10 de mayo de 1916 a la edad de 33 años". y " A nuestra querida madre".

Los hijos quisieron enterrar allí a su padre, fallecido en Francia, donde emigró al envuidar, pero entre los permisos y el dinero que costaba finalmente no pudieron hacerlo, explica la alcaldesa de Bausén, Veronique Fontán. Y no son pocos los curiosos y senderistas que se asoman por encima de la tapia para ver este lugar tan singular, único en España.

Ninguno de los protagonistas dejó nada escrito, así que esta historia se ha ido transmitiendo de generación en generación y de boca en boca por los habitantes del lugar.

Josep Almirall, sacerdote durante muchos años en Vielha, la capital de la Vall de Arán, asegura que ha estudiado el caso en conciencia, aunque no ha llegado a dar respuesta a porqué la pareja no abonó el canon. "Eran 25 pesetas, equivalentes a dos jornales de la época y podía rebajarse en caso de pobreza o ser gratuito cuando la muerte estaba cerca. Al párroco se le ha acusado injustamente de pesetero", lamenta
                        




 

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