Todos los médicos que han estudiado la obra de Cervantes coinciden en encontrar a Don Quijote como un enfermo mental. Su diagnóstico es de monomanía o paranoia, según las corrientes psiquiátricas vigentes en cada época, es decir, antes y después de la revolución kraepeliniana.
El Dr. Antonio Rodríguez Morini, director del manicomio de Sant Boi de Llobregat (1863 - 1937) publicó en 1905, con motivo del tercer centenario del Quijote, y haciéndose eco de la popular atribución de locura del ingenioso hidalgo, y apoyándose en el clásico trabajo del psiquiatra Dr. Emili Pi y Molist (1824 - 1892) que describe abiertamente a Cervantes como un ilustre médico alienista, y considera la descripción de su famoso personaje como la "historia clínica más completa y regocijada del trastorno llamado monomanía"; un juicio semejante que habria sido ya afirmado por una figura de la talla de Esquirol, discípulo de Pinel.
Cervantes no se propuso, seguramente, describir a Don Quijote un caso patológico, pero lo cierto es que se le puede considerar como un vidente que supo forjar, al calor de su privilegiado cerebro, la historia clínica más completa y más regocijada de un orate que todavía, hoy en día, podría figurar dentro de los cánones más rigurosamente científicos, como modelo de su género.
Cualquiera que se fije que Don Quijote tenía llena la fantasía a todas horas y momentos de aquellas batallas, encantamentos, sucesos, desatinos, amores, desafíos, que en los libros de caballerías se cuentan, y todo cuanto hablaba, pensaba o hacía era encaminado a cosas semajantes, "no podrá menos de admitir que en su locura predominaba un concepto delirante, fundamental y fijo. que oscurecía todos los demás, el de creerse caballero andante ", y otros dos secundarios, pero fijos también, que se mantienen en gran número de ocasiones, el amor a Dulcinea y las promesas a Sancho; las demás ideas delirantes fueron marcando circunstanciales, y por lo tanto, transitorias.
La locura de Don Quijote evoluciona, se transforma, ofrece dos notables remisiones en los síntomas. Sobreviene la depresión, melancolía. Más tarde aparece una grave enfermedad somática, y después de tres días de calentura alta, la mente de Don Quijote parece serenarse. Solicita confesarse y hacer testamento, y al salir el Cura de la alcoba, después de la confesión dice: "Verdaderamente se muere y verdaderamente está cuerdo Alonso Quijano el Bueno".
En análogos términos reconocen su enfermedad todos los locos que recobran su razón.
PROCEDENCIA
Rodríguez Morini, Antonio. Revista Frenopática Española. Año III. Número 29. Mayo 1905. Páginas 137 a 144.
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