Entristece constatar como todavía en nuestros días, en pleno siglo XXI, la estigmatización de la enfermedad mental, sigue siendo motivo de rechazo y de discriminación hacia las personas que sufren esta enfermedad.
Uno de los factores que mayoritariamente ha contribuído a ello es la violencia, que sin embargo se considera que no es mayor o más prevalente que la habida en la población en general.
Recordemos que el proceso de desinstitucionalización con la reforma de la Asistencia Psiquiátrica en los años 80 del pasado siglo en España, supuso el cierre de los hospitales psiquiátricos y paralelamente la creación de una nueva red asistencial, que hay que reconocer que no se ha desarrollado debidamente por la evidente carencia de dispositivos asistenciales intermedios, constituyendo una preocupante desatención hacia estas personas con enfermedad mental, por lo que estos colectivos reciben, mayoritariamente, la ayuda que precisan para resolver sus necesidades, de la propia familia.
Habitualmente se ha venido asociando la desinstitucionalización con una reducción de camas en los hospitales psiquiátricos, lo cual ha supuesto un incremento de ingresos e reingresos en los hospitales generales , y que se ha venido llamando transinstitucionalización hacia residencias de la tercera edad y a una pesada carga para las familias
Es esta la triste situacion en la que un importante porcentaje de personas con enfermedad mental dependen de la ayuda y dedicación familiar, por la carencia de plazas residenciales, pero es preciso ser conscientes y disimuladamente no se puede mirar hacia otro lado. porque la realidad es que estas familias envejecen y con el paso de los años, fallecen, quedando estas personas enfermas en una preocupante situación de aislamiento y precariedad, estimándose que en muchos edificios existen pisos habitados por personas con enfermedad mental en la marginalidad, por el estigma que la ineficacia de las sucesivas reformas no han logrado erradicarlos.
Joan Si, és SI, de fet n’estem sortits, ara es detecta aviat, abans tots eren boixos, eren ingressats els manicomis, niant mols i medicaments) “per mostra un boto”, mira jo, (crisis epilítiques) als meus setanta-nou anys, m’han deixat seqüeles, no puc escriure be a llapis i, l’ordenador confonc les lletres, sobretot si estic cansat o nerviós, poc, poc, m’ensurto, a la família niant tres néts , lleus per sort, medicats han guanyat molt, però no poden deixar les medecines mai, de per VIDA! Com jo matí i tarda.
ResponderEliminarSalut i abraçades