En el año 1916 el Ayuntamiento de Barcelona inició un ambicoso proyecto consistente en dotar a los barrios más pobres de la ciudad, de escuelas públicas.
En 1930, el periodista holandés Hulb Luns, del diario Amsterdamer, hablaba con admiración de la "Escola del Mar" de la Barceloneta, construída entre los años 1921 y 1922. "Cómo estarían de orgullosos si pudiéramos tener a Zandvoort o Scheveningen lugares como estos, detrás de cuyas ventanas, abiertas al mar, pudiéramos tener las más bellas decoraciones murales que se puedan imaginar. Ojalá pudiéramos enseñar a los visitantes un comedor tan bello y modernamente amueblado, modelo de buen gusto, o el despacho del médico de la escuela, o las máquinas perfeccionadas de higiene, como se ven en la "Escola del Mar".
Sin embargo, en el transcurso de la Guerra Civil española, las bombas fascistas destruyeron esta escuela de madera en que los niños enfermos de las familias más pobres de la ciudad, aprendían geometría dibujando en la arena de la playa. Era un ejemplo del avance pedagógico que defendía la Comissió de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, creado en 1916.
El modelo pedagógico que propugnaba cien años atrás el consistorio barcelonés, era extremadamente moderno. Incluso hoy en día encontraríamos ejemplos paralelos en los programas que defienden actualmente algunos centros catalanes. Hace un siglo, no obstante, los retos de la Comissió de Cultura, que quería proveer la capital catalana de escuelas laicas y públicas para los más desfavorecidos, eran muchos; prácticamente una tercera parte de la población infantil no iba a la escuela, y existían notables diferencias entre los barrios más bienestantes y los que tenían una población predominantemente obrera. Por ejemplo, en Gracia y Sant Gervasi, el analfabetismo era del 26 por ciento, mientras que en la Barceloneta alcanzaba el 50 por ciento.
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