El oficio de amanuense consistía en dedicarse, profesionalmente, a escribir, a mano o a máquina, el dictado o bien copiando o pasado a limpio, lo que el cliente pedía.
Se desconoce con exactitud cuando surgieron los primeros amanuenses en la ciudad de Barcelona, pero se sabe que su presencia fue debida a una necesidad, puesto que habían muchas personas que no sabían leer ni escribir, mientras que otros estaban dispuestos a ofrecer sus conocimientos y sus servicios.
Escribían al dictado, con rapidez y pulcritud y sin faltas de ortografía, escuchando, sin retenerlas, las palabras de los analfabetos que acudían para contar lo que les pasaba a parientes o amores lejandos, o para resolver papeles burocráticos e instancias.
Generalmente los amanuenses eran hombres formados en la buena gramática, que suplían la falta de cultura popular. A principios del siglo XVII se sabe que en la Plaça Sant Jaume, había barracas de copiadores de cartas y ya se les llamaba memorialistas.
El patrón de los amanuenses barceloneses era Sant Lluc, día festivo que no trabajaban y se conmemoraba el día 18 de octubre.
Por aquel entonces, este oficio era pobre y mísero, atendido que , a pesar de tener el privilegio de estar alfabetizados, muchas personas, recelosa e ignorante, se negaban a transcribirles sus intimidades. Y a causa de su pobreza, solían vistir con ropas apedazadas de segunda mano. Sin mebargo, quienes peor vestían, estaban mejor considerados.
Otro emplazamiento de barracas de amanuenses, era la calle del Consolat del Mar, delante del edificio de la Llotja.
En la segunda mitad delsiglo XIX, durante la década de 1860, se traladaron en el muro de la medianera del edificio situado en lado izquierdo de al lado del palacio de la Virreina, en la Rambla.
En el año 1924 los amanuenses empezarn a usar máquinas de escribir, y en la década de los años 1950, cuando la escuadra americana desembarcó en el puerto de Barcelona, fueron muchas las "camareras" que se relacionaron con los marines, lo cual supuso una demanda adicional, puesto que algunos amanuenses sabían hasta cuatro idiomas -- catalán, castellano, francés e inglés -- y les pedían que escribieran en inglés sus cartas de amor.
El negocio empezó a resentirse a medida que el país se fue culturizando, y los índices a analfabetismo fueron reduciéndose, si bien los amanuenses se fueron reciclando en otras tareas, como escribir memorias, redactar documentos oficiales, solucionar trámites administrativos, entre otros.
El 18 de mayo de 1954 se declaró un sopechoso incendio, posiblemente intencionado, que destruyó parcialmente las casetas de las Ramblas.
Algunos amanuenses llegaron a alcanzar cierta popularidad, llegando a trabajar hasta edades muy avanzadas. Uno de ellos, a mediados de la década de 1970, trabajaba incansablemente a sus 90 años de edad, después de haber sido "maitre" del Hotel Suizo. Sabía hablar correctamente el francés, después de haber vivido en el París de finales del siglo XIX. Otro amanuense, llamado Capdevila, tenía un gran parecido físico al poeta y dramaturgo José Zorrilla. Se dedicaba además de escribiente, a escribir sainetes que llegaron a estrenarse en el Teatro Romea.
Con el paso de los años,las casetas fueron despareciendo por falta de rentabilidad, hasta que en el año 1985 sólo quedaba en funcionamiento una única cabina del último amanuense de Barcelona, que correspodía a una mujer, llamada Ana Ruiz. Aguantó en su oficio hasta mediados de diciembre de 1991, en que cerró definitivamente para siempre.
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