Se habilitó un hospital provisonal para los contagiados del tifus, que más tarde se convertiría en el Hospital del Mar.
Muy concurrida resultó ser la procesión del tifus, para pedir el cese de la epidemia.
En el transcurso de los meses de octubre y noviembre del año 1914, la ciudad de Barcelona vivió uno de los momentos más críticos y dramáticos de su historia. Una epidemia de tifus contaminó a 25.000 barceloneses, que habían bebido agua de las fuentes públicas. Dos mil de ellos, fallecieron.
LA FALTA DE HIGIENE EN LA BARCELONA DEL 1914.
La ciudad de Barcelona de principios del siglo XX acusaba todavía muchas carencias en los servicios municipales, como la recogida domiciliaria de basuras, que era muy deficiente. También había importantes déficits en algunas infraestructuras públicas, y en aquellos momentos se estaba construyendo el nuevo sistema de alcantarillado.
Explica el antropólogo y escritor Xavier Theros, que las condiciones higiénicas tampoco no eran las mejores. Había numerosos palomares en los tejados de las fincas, y algunos patios de vecinos servían de espacios para la cría de conejos y cerdos, mientras se ubicaban al lado de las comunas, que iban a parar a fosas sépticas. Además, la mayoría de las viviendas carecían de agua corriente, y los barceloneses se proveían de ella recogiéndola de las fuentes públicas municipales.
Y estas fuentes públicas fueron precisamente el punto de infección del tifus entre la ciudadanía. Los primeros enfermos se registraron en setiembre de 1914 en Sant Andreu, pero quien dio la voz de alarma fue el Dr. Ramón Turró, director del Laboratori Bacteriològic Municipal, que después de analizar el agua de diversas fuentes de Sant Andreu, l'Eixample, Gràcia y Ciutat Vella, detectó la presencia de bacterias del tifus y denunció que el suministro municipal de aguas que efectuaba la sociedad Aigües de Montcada, se había contaminado con residuos fecales de pozos negros.
La inmediata reacción de las autoridades fue recomendar a la población no utilizar algunas fuentes, pero no cortaron el suministro. Sí que ciertamente se recomendó a la ciudadanía hervir el agua antes consumirla, y una parte de barceloneses dejaron de beberla temporalmente.
También se habilitó un hospital para los contagiados del tifus, que más tarde se convertiría en el Hospital del Mar.
80 FALLECIMIENTOS DIARIOS Y CLAUSURA DE LAS FUENTES.
La epidemia del tifus causó graves daños a la sociedad barcelonesa. Cada día fallecían una media de 80 personas, hasta que la cifra total de defunciones llegó a las 2.000 víctimas y 25.000 afectadas.
La reacción de la población se produjo en forma de una gran manifestación, que acabó con disparos y detenciones.
La presión popular obligó al Ayuntamiento a cerrar las fuentes contaminadas, se desinfectaron las canalizaciones y se instalaron máquinas para purificar el agua de algunas fuentes, como la del Padró.
Muy interesante, Joan. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Alberto. He pensado que en esta época, en que parece ser que estamos en el buen camino para superar la pandemia que nos toca vivir, puede resultar interesante conocer que, en épocas pasadas, las pandemias y epidemias eran muy frecuentes, atendido que las condiciones higiénicas y sanitarias no eran las más adecuadas y las contaminaciones eran muy frecuentes. Actualmente, si bien los motivos que puedan propiciarlo pueden ser distintas, los avances de la Ciencia permiten poderlas afrontar con mayores garantías de éxito y con mayor rapidez.
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