Francesca Bonnemaison fue la creadora de la Biblioteca Popular de la Dona, en Barcelona, en 1909. Un proyecto por y para las mujeres que garantizaba un espacio para aprender y compartir, ofreciendo recursos y oportunidades para el empoderamiento de las mujeres.
Grupo de alumnas y profesores, a las puertas del Observatorio Fabra, donde habían acudido para efectuar una visita. Año 1913.
(Foto Frederic Ballell Maymí)
El 28 de marzo de 1909 se inauguró, en Barcelona, la primera biblioteca de mujeres de Europa y una de las primeras del mundo. El fondo de la Biblioteca de la Mujer empezó con una aportación de 500 pesetas en 1909, y dos años más tarde contaba con 5.000 volúmenes, gracias a las donaciones, ayudas y subvenciones obtenidas. A finales del año 1936 llegó a tener más de 23.000 volúmenes.
Sala de lecturas. Año 1913.
( Foto: Alejandro Antonietti)
Clase de flores artificiales. Año 1912.
(Foto: Frederic Ballell Maymí)
Lección de cocina. Año 1915.
(Foto: Frederic Ballell Maymí)
La Biblioteca Popular de la Dona y l'Institut de Cultura Popular, surgieron a principios del siglo XX por iniciativa de un grupo de mujeres lideradas por Francesca Bonnemaison, con el propósito de alfabetizar a las mujeres obreras.
Sin embargo, el proyecto muy pronto superó las primeras espectativas, y se convirtió en un lugar de referencia para todas las mujeres que querían ser independientes.
Encontraron en el Institut de Cultura Popular y en la Biblioteca Popular de la Dona, las herramientas necesarias para conseguir su autonomía económica. Inicialmente se las formaba en las consideradas labores tradicionales propias de la mujer, como eran los quehaceres del hogar y demás trabajos domésticos, pero también en trabajos hasta entonces reservados a los hombres, como delineación, fotografía y otros conocimientos científicos.
Desde sus inicios , estuvieron vinculados a la Obra de Buenas Lecturas, de la Parroquia de Santa Anna, y consiguieron independizarse al poco tiempo, instalándose en unos locales de la calle de Elisabets en el año 1920, y dos años más tarde inauguraron el local definitivo, en la calle de Sant Pere més Baix, que reformaron en su totalidad con un notable equipamiento y una capacidad para dos mil alumnas, gracias a subvenciones particulares recibidas.
Después de la Guerra Civil española, estos locales pasaron a la Diputació de Barcelona.
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