jueves, 7 de junio de 2018

LA CASA DE MATERNITAT I EXPOSITS Y SU IMPORTANTE LABOR BENÉFICA A LO LARGO DE 400 AÑOS, EN BARCELONA.

 Entrada principal "CASA D'INFANTS ORFES", en el primitivo edificio de la Plaça Vicenç Martorell.
 Detalle del torno, junto a la puerta principal, con una ranura para depositar algún donativo.

 Interior del torno.



El torno de los expósitos, llamado también el torno de los huérfanos, es una circunferencia adosada a la pared, junto a la puerta principal, que hubo en la plaza Vicenç Martorell, de Barcelona. Junto a él, existe una tapa con una caja para las limosnas.

En este lugar se fundó, en el año 1583, la Casa de la Misericordia, que era un hospicio donde se recogían a los niños abandonados. Tres siglos más tarde, pasó a denominarse Casa Provincial de Maternidad y Expósitos, que eran atendia por las Hermanas de la Caridad.

Este torno funcionó hasta el año 1931. Cuando una persona quería abandonar a un niño de manera anónima, lo dejaba en la parte exterior del torno, hacía girar la rueda y de esta manera entraba la criatura en el hospicio.

Se les solía bautizar con el nombre del santo del día, y se apellidaban  de la manera que habían entrado. Expósito, Expósito. 

El origen de la Casa de la Misericordia se remonta al año 1581, cuando su fundador, el sacerdote y Catedrático de la Universidad de Barcelona, Diego Pérez de Valdivia, consternado por el gran nùmero de personas pobres que habían en las calles de la ciudad, sin techo donde alojarse, obtuvo una ayuda del Consell de Cent para fundar un asilo en la Casa dels Àngels. Este asilo adoptaría, poco después, el 24 de febrero de 1584, el nombre de Hospital de Nuestra Señora de la Misericordia.

En 1684 sde singularizó la actividad de aquella institución, al acordar el Consell de Cent, que su dedicación se concretara en la acogida de " donzelles necessitades d'ampar", siendo esta la obra social que, desde entonces, centró la actividad de la Casa de  Misericordia, haciendo realidad durante más de cuatrocientos años de trabajo, su voluntad de servicio y solidaridad con las personas necesitadas.
 
Portada del libro "La Casa de Maternitat i Expòsits", que recoge la dilatada historia de uno de los centros de beneficencia infantil más avanzados de España, situado en Les Corts, de Barcelona.


Según un estudio realizado por la Generalitat de Catalunya en el año 2002, sólo 2 de cada 100 niños morían  al nacer, en Catalunya. Ser madre soltera ha dejado de ser una vergüenza y es una opción más. Aunque en ocasiones estremece la noticia de un recién nacido tirado en un contenedor de basura, el abandono de un niño resulta poco frecuente. Sin embargo, en el año 1583 en que nació la Casa de Maternitat i Expòsits, de Barcelona, las circunstancias eran muy distintas. La moral católica y las dificultades económicas de una parte mayoritaria de la sociedad, propiciaban que multitud de niños fueran abandonados.

Para afrontar esta circunstancia fue necesaria crear una institución como la Casa de Maternitat i Expòsits, situada en el barrio barcelonés de Les Corts, y que se creó como un centro de beneficencia gestionado por una comunidad religiosa. Para miles de niños, esta institución fue la puerta a la vida. Al comienzo las cosas fueron difíciles. "Casi todos los niños se morían. No sabían por qué, pero la mortalidad era muy elevada", como explica Josep Montiel, uno de los autores del libro, publicado por la Diputación y el Ayuntamiento de Barcelona, en reconocimiento a la labor realizada por aquella institución.

SOLTERAS, EXPÓSITOS Y HUÉRFANOS

La Casa de Maternitat de Les Corts, acogía a madres solteras que, por circunstancias diversas, se veían obligadas a dar a luz lejos de su domicilio, en el anonimato y de forma clandestina. Tener un hijo fuera del matrimonio suponía, en aquella época , la exclusión social. Las mujeres que estaban en esta situación debían de pasar desapercibidas, hasta el punto de que, a la hora de parir, la mayoría se ponían un velo negro para que ni las comadronas las reconocieran. Después de dar a luz, se esfumaban, aunque algunas, bajo la protección de las monjas de la institución, permanecían allí como nodrizas, cuidando a su propio hijo y a los demás niños abandonados, atendido que la mayor parte de los bebés allí acogidos eran precisamente eso, expósitos.

Normalmente , un familiar de la madre se desplazaba hasta Barcelona -- llegaban gentes de toda la provincia y de otras partes de Catalunya -- y depositaban al recién nacido en un torno, sin que nadie lo viera, y tocaba una campanilla. Entonces " una de las religiosas, conocida como "monja tornera", acudía al instante a recoger al bebé", explica Montiel.

El problema derivaba en que, en los largos trayectos hasta llegar a la Casa de Maternitat, el bebé pasaba frío y casi no comía. Las pésimas condiciones de vida, unidas a la falta de higiene, ocasionaba que la mayoría de ellos  llegaban moribundos.

A finales del siglo XIX se consiguió controlar la mortalidad, y consecuentemente el número de niños acogidos aumentó y la institución quedó desbordada. Entonces se decidió  que los niños enfermos se quedarían allí, mientras que los que estuvieran sanos serían cuidados por nodrizas contratadas en el exterior. "Eso sí. tenían que llevarlos periódicamente allí para que se comprobara que se les trataba correctamente. Y además, a los cinco años tenían que retornar a la Casa de Maternitat", puntualiza Josep Montiel.

EL PROGRESO

"El gran cambio en la Casa de  Maternitat llegó con la Mancomunitat de Catalunya", dice Montiel. A partir de 1914, la Diputación de Barcelona aumentó su aportación económica situando aquella institución como un referente de la beneficencia infantil.

Pero la transformación fue más allá. Los profesores puestos por la Diputación, sustituyeron a las monjas en la educación de los niños, y por vez primera les dieron las clases en catalán. Además, se iniciaron servicios de pediatría, para atender a los cerca de dos mil niños que por aquel enconces residían allí, y de ginecología. La atención médica profesional sustituía así el voluntariado de las comadronas, y la Casa de Maternitat se convertía en una institución pionera en España, al dar paso la caridad a la asistencia social.

LA GUERRA CIVIL ROMPIÓ CON TODO AQUELLO

Los niños abandonados a causa de la Guerra Civil española, eran numerosos y los recursos muy escasos. Ya no se dejaba a su suerte sólo a los bebés, y centenares de padres llevaban allí a sus hijos para que estuvieran a salvo temporalmente. Para poder reconocer a sus hijos cuando regresaran, los marcaban con un signo identificativo, sin embargo algunos no volvieron jamás, y ante el caos de la guerra, a las nodrizas externas les perdieron el rastro.

LA PLENA ADOPCIÓN

El franquismo significó un retroceso. Las religiosas tomaron de nuevo el control de la institución y se dejó de investigar en el campo ginecológico. Aún así, en el año 1940 se procedía a la inauguración del pabellón Azul, en el que se ofrecía asistencia médica durante el parto a las mujeres casadas, mientras que las solteras la recibían en el pabellón Rosa.

El cese de las actividades de la Casa de Maternitat estuvo marcado por un cambio de la legislación. Hasta el año 1958 los padres biológicos podían reclamar a sus hijos en cualquier circunstancia, a pesar de haberlos abandonado con anterioridad, lo cual causaba desánimo a los padres que querían adoptar, atendido que podrían verse alejados de sus hijos, después de haber establecido lazos afectivos

CIERRE DE LA CASA DE MATERNITAT.

La Casa de Maternitat cerró sus puertas allá en los años ochenta del siglo pasado, atendido que los abandonos a la manera tradicional, dejaron de producirse, y el Estat del Benestar se encargó de proporcionar cobijo a los expósitos y huérfanos a través de sus centros de acogida, entre otros servicios sociales. 


FUENTE DE CONSULTA
Autores varios. "La Casa de Maternitat i Expòsits". Diputació de Barcelona i Ajuntament de Barcelona. Barcelona. 2004. 

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