Distintivo de la Junta de Protección a la Infancia, de Barcelona.
Cuando los contratiempos y las desgracias afectan de golpe y repentinamente en algunas familias, se suele recordar aquella antigua frase " Parece que esté llovieno sobre mojado". Y es que ciertamente, en ocasiones, el infortunio y las adversidades parecen cebarse en algunas personas o familias hasta el punto de suponerles unas pesadas cargas que por muy anchas que tengan las espaldas -- como vulgarmente suele decirse -- humanamente no es posible asumirlas y menos soportarlas.
Se suele recomendar también que, al presentarse estas situaciones, deben ser aceptadas de la mejor manera que resulte posible. Obviamente su aceptación no significa, ni mucho menos, la desaparición del problema, pero sí que ayuda, y en gran manera, a poderlo afrontar de una manera muy distinta y llevadera.
Sin embargo, hay situaciones que, de no poder contar con la ayuda de las instituciones o de las administraciones públicas, dificilmente podrían afrontarse, como fue el caso de una familia barcelonesa, que hace noventa años el periódico "La Vanguardia" refería su situación de esta manera:
" La Junta de Protección a la Infancia, se ha hecho cargo de tres niños hermanitos, cuyo padre, por tener perturbadas las facultades mentales, tuvo que ingresar en el Manicomio de San Baudilio de Llobregat. La madre, con su sueldo, no podía atender a sus pequeños; los tres, desde su nacimiento, son anormales, y andan y hablan con gran dificultad." (1)
(1) "La Vanguardia" Domingo, 29 de octubre de 1922. Pág. 18
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