José Figueras Torras, Alcalde de Sant Boi de Llobregat, (1969 - 1973), en su despacho. (Foto: Segura)
En mi etapa de corresponsal de prensa en Sant Boi de Llobregat y otros municipios de la comarca del Baix Llobregat, para los rotativos barceloneses "Tele/eXpres" y "Diario de Barcelona", poco antes de incorporarme laboralmente a este último diario, tuve algunos episodios ciertamente desagradables a raíz de mis colaboraciones en aquellos periódicos, especialmente con los alcaldes del municipio de mi residencia, Sant Boi de Llobregat.
Con anterioridad ya me referí a dos de ellos. "Tomates y patatas para dos conjuntos musicales en San Baudilio" (http://vencamp.blogspot.com.es/2010/09/tomates-y-patatas-para-dos-conjuntos.html), en que el Jefe de Protocolo del Ayuntamiento me hizo saber que el alcalde José Milá Gelabert estaba muy enfadado conmigo y en consecuencia que "no pisara el Ayuntamiento al menos durante los próximos tres meses", y posteriormente a raíz del artículo "Cuando la palabra "roja" todavía escandalizaba en Sant Boi de Llobregat" (http://vencamp.blogspot.com.es/2010/11/cuando-la-palabra-roja-todavia.html), en que por el mismo conducto se me advirtió que "cuando terminara el Servicio Militar", que faltaba poco,estuviera algún tiempo sin pasarme por el Ayuntamiento. Que el alcalde (José Milá Gelabert) estaba muy enfadado conmigo y mejor que no me viera durante una temporada"
REQUERIDO PARA QUE ME PERSONARA DE INMEDIATO EN EL DESPACHO DE ALCALDIA.
En aquella época alternaba mi ocupación laboral, como contable en una empresa industrial de Sant Boi de Llobregat con la corresponsalía de prensa. Y un buen día, concretamente el martes, 7 de julio de 1970, a media mañana, dos agentes de la Policía Municipal motorizados, el cabo Francisco Navarro y el agente Francisco Suárez, se personaron en la empresa en la que trabajaba transmitiéndome la orden de que fuera al despacho de alcaldía, que el alcalde Sr. Figueras quería verme de inmediato. Les dije que ya iría por la tarde, cuando terminara mi jornada laboral, pero insistieron que tenía que ser en aquel momento. Como quiera que les contesté que no podía abandonar mi puesto de trabajo, se dirigieron al propietario de la empresa, que me autorizó la salida.
Al entrar en el despacho , el alcalde José Figueras Torras estaba de pie, con cara de pocos amigos, recorriendo con paso acelerado la dependencia de un extremo a otro, y muy enojado conmigo por un artículo que había publicado aquel mismo día en "Diario de Barcelona", y así me lo hizo saber. Me dijo que estaba harto de que estuviera siendo siempre muy crítico en mis colaboraciones de prensa, y que desconocía lo que pudiera tener en contra de su persona. Le contesté que nada tenía en su contra, y que sencillamente me limitaba a comentar aquellas situaciones que adolecían en el municipio. Entonces me espetó:
-- ¿Sabes que podría romperte la cara ahora mismo? -- me dijo elevando su tono de voz.
-- Si lo hace saldrá nuevamente en los periódicos -- le respondí, sin inmutarme en lo más mínimo.
-- ¡No te burles de mi, no te burles de mi ! -- me advirtió.
-- No me burlo de Vd., sencillamente le digo lo que ocurriría -- le aclaré.
Entonces, más enojado todavía de lo que estaba cuando llegué, me echó de su despacho.
Y tranquilamente fui de nuevo a reincorporarme a mi puesto de trabajo.
En lo sucesivo, seguí en la misma línea de siempre, muy crítico, hasta que un día, en el transcurso de un acto institucional al que fui invitado, como si nada hubiera acontecido, volvimos a reanudar nuestra amistad. Y la hemos seguido manteniendo siempre desde entonces, al igual que en su día sucediera con su antecesor en el cargo, José Milá Gelabert.(e.p.d).
En lo sucesivo, seguí en la misma línea de siempre, muy crítico, hasta que un día, en el transcurso de un acto institucional al que fui invitado, como si nada hubiera acontecido, volvimos a reanudar nuestra amistad. Y la hemos seguido manteniendo siempre desde entonces, al igual que en su día sucediera con su antecesor en el cargo, José Milá Gelabert.(e.p.d).
Son episodios de aquellos tiempos que ahora, con el paso de los años, los recuerdo con cierta nostalgia y sin resentimientos, porque no dejaban de ser consecuencia de situaciones puntuales y que, en el fondo, no escondían oscuros intereses ni negativismos de ninguna clase.
Una cosa parecida me ocurrió ami siendo correponsal en mi pueblo, la ciudad de Alcúdia en la isla de Mallorca del "Diario Baleares", hoy "Diari de Balears",(años 80 siglo XX) por una crónica que titulé “BODA INCIDENTADA”, la noticia era que en el restaurante donde se celebraba la cena del banquete, por los motivos que fueren se demoraban excesivamente en servirla y los invitados ( entre los cuales yo me encontraba) empezaron a hacer ruido golpeando los vasos con los tenedores llegando a romper algunos de ellos, ello motivó que el padre del novio se encarara con algunos de los invitados y éstos abandonaran el convite. Por aquellas fechas yo trabajaba en una entidad bancaria, la represalia fué, (además de algunos excesos verbales por parte del novio y su padre), que los familiares más directos y próximos de los novios cancelaran las cuentas del banco en que trabajaba.
ResponderEliminarGabriel Alenyar i Serra ,Ferrerico
Osties, el Navarro y el Suárez... casi nada!!!
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