viernes, 1 de abril de 2016

ANA VIÑAS PUIG, ENFERMERA DE GUERRA EN EL BALNEARIO BLANCAFORT, DE LA GARRIGA, DURANTE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA,

Fotografía retrospectiva de Ana Viñas Puig, a los 91 años de edad, en la tercera planta del nuevo Hospital de Sant Pau, de Barcelona, en julio de 2010.
 (Foto: Josep Losada )

En su momento, leyendo el libro "ENFERMERAS DE GUERRA", me sorprendió gratamente  conocer el relato que hacía, una de aquellas enfermeras, destinada al Balneario Blancafort, de la Garriga, que había sido colectivizado y adaptado como hospital de sangre de retaguardia, en el transcurso de la Guerra Civil española.

Deseoso de la posibilidad de poder mantener una conversación con ella,para que me ampliara algunos episodios de su vivencia de aquellos  años, en el ejercicio de su labor asistencial a los convalecientes que atendía en aquel improvisado hospital, en el supuesto de que todavía estuviera con vida y  dotada  con  capacidad suficiente, efectué unas gestiones,  que lamentablemente no dieron el resultado apetecido. Llegué demasiado terde,  atendido que había fallecido, en Barcelona, el día 24 de noviembre de 2012, a la edad de 93 años.

Recientemente he solicitado la preceptiva autorización a los editores del libro "Enfermeras de Guerra", con la finalidad de que puedan autorizarme a reproducir, en este mismo blog, el contenido de las páginas de la 73 a la 76, ambas inclusive, por considerarlas de  interés, especialmente para las personas interesadas de la Garriga, atendido  que explica los avatares vividos por ella en aquellos trágicos años,  en el improvisado hospital del Balneario Blancafort.

 Sin embargo consultando hemerotecas, he tenido ocasión de conocer el contenido de un reportage que, con fecha 12 de julio de 2010, efectuó Virtudes Pérez, y que publicó el periódico EL PUNT AVUI+, en catalán, y que transcribo alguno de  los contenidos en español, atendida la diversidad de los lectores de este blog y de la pluralidad de  lugares de destinación.

"ES COMO UN HOTEL"

Desde la tercera planta del nuevo Hospital de Sant Pau, de Barcelona, existe una vista privilegiada del antiguo recinto modernista. "Es una joya, pero ha envejecido, y ya se sabe, renovarse o morir...". Ana Viñas habla con conocimiento de causa. Tiene 91 años de edad y ha sido enfermera de profesión. Como paciente, conoce perfectamente el hospital antiguo y el nuevo. En el antiguo, estuvo ingresada a causa de un infarto,  de ello hace  seis años; la intervinieron quirúrgicamente de cataratas y le instalaron una prótesis en la rodilla. En el nuevo, continua con las rutinarias visitas de control y ya ha conocido las urgencias, por un problema coronario. Tiene muy claro que las ventajas son infinitas, que el nuevo hospital ofrece mejores condiciones a pacientes y a profesionales, pero también quiere enfatizar " que, la atención era  tan buena antes como ahora, porque se fundamenta en la amabilidad y en  la eficacia del personal, que siempre ha sido excepcional".

Observa desde su estancia -- desde donde está tomada la fotografía que ilustra estas líneas" el antiguo recinto con nostalgia. Es una mujer  acostumbrada a mirar siempre hacia delante. Y el nuevo hospital, con la incorporación de las más modernas tecnologías, es el futuro. "Verdaderamente parece un hotel de cinco estrellas. Los arquitectos que lo han diseñado, se han lucido", manifiesta.

Ana no puede evitar que se le fugue  la mente. Le ocurre constantemente. Recuerda los tiempos de guerra y cuando hacía prácticas de enfermería en el Clínico. "Había un pasadizo con camas en los dos lados. Yo había deseado que jamás tuviera que ir a un hospital. Ahora es tan diferente...".

Antes de sufrir el infarto, no había estado jamás ingresada. El infarto le sorprendió  a los tres meses de la muerte de su esposo, al que cuidó ella sola de una grave demencia. El ingreso hospitalario fue para ella una experiencia totalmente novedosa, atendido que incluso había visto nacer a sus cuatro hijas en el domicilio familiar y sólo había estado en los hospitales como enfermera. Ahora todavía se muestra sorprendida por tanta acumulación de material sanitario. "Es una de las cosas que más me sorprende. Tantas gasas, tantas jeringas, todo esto antes se reciclaba", explica. Y sigue hablando del pasado, en este caso de la guerra " Debuté como enfermera en el Balneario Blancafort de la Garriga, que se habilitó como hospital de guerra. Atendíamos a 400 heridos". Allí pasó toda la guerra y después marchó a Francia, " en un tren con un millar de heridos", pùntualiza para terminar. 

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